¿Dónde estás maldita?. Te necesito.
Eres el aire de mi mente. El aliento de mi cerebro. Mi trabajo, mi conversación, mi vida.
Ya nada existe porque tú no lo reflejas.
El recuerdo, tu sensación.
Contigo era felicidad desbordada, Ying y Yang, un dique contra la tormenta, el príncipe del ingenio.
En fin, el constructor de lo imaginario.
Nunca creí que eso pudiera ser cierto hasta que te sentí.
Mi visión de tu cabello castaño, y tus ojos de fuego fue el final de nuestro contacto.
El espejo enfrente de mi escritorio te capturó.
No consigo escribir nada que tenga sentido.
Noches llenas de insomnio y desesperación, suelos cubiertos de papeles rotos.
Vuelve o muero.
Yo confié en ti. Ahora tú debes responder.
Si tocas el cielo, se cierra.