Era sábado y no le había despertado el ruido en la terraza de al lado. Era posible que hoy tampoco pudiera jugar con su vecino, y ya iban dos. Se levantó y preguntó a su madre si sabía donde estaba José Luis, ella respondió que no. Si mamá no lo sabía, no lo sabría nadie en el mundo. Se pasó el fin de semana, fue divertido pero con él lo hubiera sido más.
Otra vez al colegio y a los paseos de ida y vuelta con su hermana, pero era como ir solo. Le faltaba algo. Un día se encontraron con la vecina, hablaban entre mayores y no quisieron contestar a su pregunta: “¿Dónde está José Luis?”. Por muy alto que preguntara seguía sin respuesta. únicamente consiguió un azote.
Pasaron las semanas y llegó otro sábado. Su mente infantil ya empezaba a pensar en otros juegos y experiencias. Tampoco hubo ruido en la terraza cuando se levantó. Desayunó y salió a jugar. Cuando acababa de sacar los juguetes oyó una voz conocida. Era él. Pero estaba cambiado. Estatura mediana como siempre, con los ojos grandes y azules que recordaba, esa sonrisa maliciosa que usaba cuando hacían travesuras juntos, seguía ahí, pero el pelo no. Era liso y con flequillo como siempre, pero estaba rapado de un lado, era eso lo diferente, claro.
Mientras llegaba a esa conclusión le tapó una sombra, era su amigo que ya estaba encima de la barandilla preparado para saltar al otro lado. Y todo esto mientras escuchaba un grito altísimo que hacía daño en los oídos. Era increíble lo alto que podían chillar los mayores y luego gritar a los pequeños sin coger aliento. Él no podía. La madre estaba echando una bronca terrible a los dos porque su hijo no podía hacer actividades con riesgo, tenía agujereado en cráneo y lo único que separaba el lóbulo frontal izquierdo del aire era la piel cosida. Si todo iba bien, en breve José Luis estaría de nuevo jugando con él como si tal cosa.
Fue un sábado muy especial, todo había sido perfecto. Aunque estaba triste, sabía que en breve su amigo no le iba a despertar haciendo ruido los días de fiesta. Le entró una duda terrible, podía pasarle como al yayo, que un día, cuando vino del colegio ya no estaba. Le dijeron que se había ido de viaje a buscar a la abuela y que era difícil que volviera. Entendía eso de no verle más porque en su larga vida nunca había visto a su yaya, y si el abuelo estaba con ella tampoco lo vería. Había cosas que no entendía: si estaban juntos en el cielo, ¿qué hacía Dios en medio?, ¿la abuela sería Dios?. ¿Y si eran felices por qué estaban tan todos tristes?.
Decidió que su amigo no se iba a ir con su abuela porque además no le conocía. Se le ocurrió una idea. Sus padres siempre le decían que lo único importante era Dios. Y se llegaba a él a base de sacrificio y actos sagrados. Iba ha hacer un sacrificio. Utilizaría la moneda de plata de pirata que su hermano le había regalado cuando le salió el un helado de los grandes y la iba a santificar. Y así lo hizo, ese domingo la llevó a misa y la levantó en la consagración como si fuera una hostia. El final del plan era meter la moneda en agua bendita. Se quería asegurar que surtiera efecto. Ese mismo día pasó para entregar el objeto santo a su amigo. Tuvo suerte porque así se pudo despedir. A la mañana siguiente tenía que ser hospitalizado de nuevo.
Han pasado semanas, meses y años. Ya no se despiertan haciendo ruidos, pero quedan todos los días en la calle; y bocadillo en mano hablan, juegan y empiezan a conocer al sexo contrario. Todo ha cambiado, han crecido y de aquel pequeño problema solo queda el recuerdo. Ya todo es diferente. Pero esta tarde tiene la esencia de aquella experiencia. Vuelve a haber separación y surge de nuevo el miedo de no volver a verse. A su padre lo destinan a otra ciudad lejos de sus travesuras. En la mano de José Luis aparece la perra húmeda, vuelve a él como ofrenda de despedida, algo que ahora sí se convierte en sagrado porque ha de significar cariño y eterno recuerdo. Un símbolo de despedida.
Han pasado muchos años. Ya está cansado de despedidas, aburrido de recordar. Ahora la vida dura 24 horas, y la felicidad se muestra en las cosas más pequeñas. Hoy, como suele pasar con estas cosas, un viejo objeto se ha cruzado en su camino de exploración en busca de una carga de pluma en el cajón. Es una moneda de plástico que estuvo recubierta de algo parecido al latón. Pasa unos segundos pensando que coño hace eso ahí, hasta que recuerda unos ojos grandes y sobre todo la sonrisa maliciosa que usaba cuando hacían travesuras.
miércoles, 21 de febrero de 2007
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1 comentario:
Alberto, le vuelvo a escribir, porque no sé si le llegó la nota, que acabo de escribir.
Le invito a participar en el I CONCURSO UNIVERSO DE CUENTO INFANTIL "RAÚL TORRES IN MEMORIAM", que auspicio y dedico a la memoria de mi hermanito menor.
Las bases pueden ser consultadas en mi web, así como ver los objetos de premiación:
www.andreatutor.com
Le he contactado a través de ARTE Y CULTURA, que lleva mi amigo Marcelo Campos Pérez
Un saludo cordial
Dra. Cary Torres Vila (ANDREA TUTOR)
NOta: Sólo es necesario enviar un CD y una copia en papel.En su caso, que participamos de un mismo Portal, haría la misma ecepción que he hecho para autores ubicadios en la Isla de Cuba de recibirlo por mi e-mail: carytorresvila11@yahoo.es
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